A pocos kilómetros del centro y sin dejar Madrid, podemos disfrutar estos días de primavera de una de las tantas Vías Verdes que recorren España cuyo origen ferroviario nos ofrece la posibilidad de caminar de forma segura y con total accesibilidad por parajes por los que antiguamente discurría el tren. Estoy hablando de la Vía Verde del Tajuña, con un trazado y un agradable entorno de vegas que nos permite conocer un poco más el pasado más reciente entre Arganda del Rey y Perales de Tajuña.

La Vía Verde de esta zona se organiza en 49 kms entre Arganda del Rey y Ambite, con 4,3 kms más si comenzamos nuestra ruta en el Museo del Ferrocarril de La Poveda en Arganda más otros 6 kms si se decide acceder a una cantera ya en Perales de Tajuña. En esta entrada os voy a hablar del tramo que abarca Arganda del Rey y Perales de Tajuña, pasando por Morata de Tajuña, por donde por supuesto no podréis pasar sin parar a probar sus riquísimas y muy famosas palmeritas ?

 

Este tramo es lo que se conoce como “Secretos de la Vía Verde del Tajuña” y no es de extrañar viendo la cantidad de vestigios del pasado minero e industrial, de las canteras y de una de las batallas más decisivas de la Guerra Civil Española, la batalla del Jarama del año 37. Este recorrido se divide en dos tramos, uno que va desde Arganda del Rey hasta Morata de Tajuña de 15 kms y el segundo que continúa hasta Perales de Tajuña 3 kilometros más, ambos bien accesibles, comunicados y señalizados con paneles informativos que nos acercan a la historia más reciente de esta zona agrícola de Madrid.

Sin entrar en detalle de cada elemento que se va señalizando durante estos 17 kms para no desvelar los secretos del Tajuña, sí es importante destacar la gran importancia para el ecosistema y para la actividad agrícola, minera e industrial la cercanía al río Tajuña de municipios como Morata y Perales,  pues de este río depende la rica diversidad de fauna y flora actual y la ribera ha condicionado su historia y su producción industrial.

A lo largo de estos 17 kms podemos disfrutar de un paisaje cambiante, que tan pronto nos enseña el verde del valle y los cultivos agrícolas como nos muestra su cara más dorada, entre esparto, tomillo, romero y encinas.

 

En el tramo que une Morata de Tajuña con Arganda del Rey podemos encontrarnos vestigios de los hornos de cal, uno de los materiales más utilizados en la construcción hasta bien entrado el siglo XX y que estuvo muy ligado hasta los años 60 en los que se comenzó a usar el cemento en construcción, a la producción de ladrillos con cuyas fábricas se conectaba a través del ferrocarril. Muy cerca de los hornos de cal se pueden ver las ruinas de la antigua estación de Cornicabra. Nos podemos imaginar en esta estación hasta finales de los 50 los vinos y cereales pero también el transporte de yeso y cal que venían de las canteras de caliza en lo alto de Morata hasta la utilización progresiva de cemento industrial en la factoría de Vicálvaro. En el tramo que une Morata con Perales podemos conocer la historia del complejo industrial de la Isla del Taray.

 

 

Durante el recorrido, tanto en el tramo que une Morata con Arganda como en el tramo hacia Perales de Tajuña llaman la atención los paneles informativos que nos acercan por unos instantes a uno de los episodios más tristes de nuestra historia reciente, la Guerra Civil, a través de señalizaciones de fortines, trincheras, caminos cubiertos de lo que se dio a conocer como el frente del Jarama. Aprovechando la estructura del terreno en esta zona se excavaron cuevas y refugios donde se albergaron escuadras o pelotones completos, con puestos de mando, sanitarios, almacenes… Gracias a estos refugios no solo ocultaban a las tropas del enemigo, sino que garantizaban cierto grado de confort a los soldados que vivían en ellas. Las trincheras también son visibles durante el recorrido, zanjas excavadas en zig-zag en el terreno para ocultarse del enemigo mientras se mantenían en posición. El elemento 5 del tramo entre Arganda y Morata de Tajuña nos recuerda la historia de uno de los combates más duros de la batalla del Jarama en los días 15, 16 y 17 de febrero  de 1937 entre la XI Brigada Internacional de los republicanos y el ejército franquista. Llama también la atención el antiguo camino cubierto, grandes zanjas excavadas que sirvieron para comunicar la retaguardia de primera línea con  la primera línea de combate. suministrando alimentos y munición y como vía de escape en caso de evacuación.